Hace tres años, el 2 de diciembre de 2017, organizamos la primera edición de Otro modo de ser, sin saber que se convertiría en un festival. Con la ayuda de amigas y amigos —pues estas aventuras siempre comienzan así, con amigxs cómplices— preparamos una lectura que reunió a cinco poetas latinoamericanas que viven en Barcelona. Fue una lectura modesta, organizada en pocos días, pero irradió talento. Estuvieron Flavia Company, Carolina Jobbagy, Ana Llurba, Teresa Shaw, Guillermina Torresi y Begoña Ugalde.

A partir de esta experiencia, nació una rica conversación sobre la importancia de conocer la diversidad de voces de poetas mujeres que conviven en Barcelona y de crear un espacio de reflexión y difusión que tenga a la poesía como centro. ¿Y por qué solo mujeres? Hace poco tiempo, hice un ejercicio: conté la cantidad de mujeres incluidas en el catálogo de poesía de una editorial de prestigio del establishment literario español. De novecientos autores, había un total de cuarenta y ocho mujeres, quince de ellas hispanoamericanas. Es decir, 5,3% lo constituían mujeres y 1,6% eran de América Latina. Por eso, aunque todavía se diga que estamos encajonando la literatura de mujeres en una especie de “ghetto”, las estadísticas hablan, como tan bien lo ha demostrado Nieves Álvarez en su libro Descubrir lo que se sabe. Estudio de género en 48 premios de poesía (2017).

Para la segunda edición, Begoña Ugalde se subió al barco. Todavía recuerdo esa tarde de septiembre cuando, en una terraza de la plaza Osca, en Sants, Begoña y yo armamos un programa de tres días. En un año se pasó de cinco a veintisiete participantes de más de diez países, provenientes de Latinoamérica, Norteamérica y España. Siempre estaré agradecida con Begoña por haberle inyectado energía y tiempo a este proyecto y habernos ayudado a crecer. Este año, gracias a sus gestiones, Daniela Catrileo nos acompaña desde Chile.

La presente edición se forjó a partir de una convocatoria abierta, es decir, mediante el envío de propuestas de lecturas por parte de las poetas. ¿Por qué? Porque nos parece importante que este festival realmente apueste por la diversidad de voces de poetas mujeres, y no se convierta en un nodo cerrado, vertical, exclusivo. Así, en esta edición participan veinticinco poetas de once países; algunas viven en o fuera de Barcelona, son originarias de diversos países y de varias generaciones; otras han viajado desde Madrid, Berlín, Bogotá y Chile. Esperamos que en las próximas ediciones recibamos propuestas de mayor pluralidad: disidencias, afrodescendientes, con capacidades especiales.

Además, en esta edición inauguramos una nueva sección titulada “Arrecifes” dedicada a homenajear a poetas del pasado y el presente. Todas tenemos nuestra constelación de poetas, aquellas que, por medio de alegorías, metáforas, o de otras formas, a veces extrañas o misteriosas, nos hicieron saber que sí, también nosotras podíamos ser eso que llaman “poeta”. En un mundo que pierde sustancia y memoria, que vulnera cuerpos, rendirles homenaje a estas poetas, recordarlas, es un acto poderoso, es incrustar resistencia. Así, recibimos propuestas para homenajear a trece poetas.

Precisamente, el nombre del festival y el subtítulo representan un homenaje a dos poetas: “Otro modo de ser” y “Cara cubierta de petróleo y algas”. Se trata de dos versos. El primero es de “Meditación en el umbral” de la mexicana Rosario Castellanos quien nos dice que debe haber “otro modo de ser, humano y libre”, cuando cuestiona el elemento trágico con que la tradición codifica la experiencia de las mujeres, especialmente cuando escriben y piensan. Así, nos invita a imaginar otras maneras, para vaciar a la autoría de mujeres de los tópicos que la constriñen. El segundo verso es del poema “Ecología” de la nicaragüense-salvadoreña Claribel Alegría, quien dice lo siguiente: “el agua está podrida / todos los peces muertos / pido socorro / exijo / me hacen burla los niños / con las caras cubiertas / de petróleo y algas”.

Así, dos ideas se conjugan en el eje temático de esta tercera edición. ¿Cómo cimentar otro modo de ser cuando nos balanceamos en un mundo violento, contaminado y precarizado? ¿De qué forma nuestras relaciones con la naturaleza, con lo no humano, nos han invitado a repensar y disputar nuestro mundo? ¿Cómo esas relaciones nos han interpelado para meditar sobre las dicotomías culturales, ese binarismo tradicional y fosilizado donde palpita la jerarquía y sus formas de explotación? ¿Es posible expandir el pensamiento sobre lo humano? ¿Cómo respiran en la actualidad las formas de convivencia con la tierra de pueblos originarios? No hay una sola respuesta. La complejidad de los problemas actuales, revelan la interconexión y la transversalidad de las respuestas. Desde el arte y la poesía, se puede no solo cuestionar e interpelar, sino también crear nuevos imaginarios alternativos. El primer paso siempre es imaginar: lo necesario, lo posible, lo deseado, lo urgente. La imaginación es el principio de la actividad, del movimiento.

En La tumba de Antígona (1967) de María Zambrano, la heroína, desde su tumba, reflexiona sobre la necesidad de una Ley Nueva y, refiriéndose a Creonte, afirma: “si el del poder hubiera bajado aquí de otro modo, como únicamente debía haberse atrevido a venir, con la Ley Nueva, y aquí mismo hubiese reducido a cenizas la vieja ley, entonces sí, yo habría salido con él, a su lado, llevando la Ley Nueva en alto sobre mi cabeza.  Entonces, sí. Pero él ni lo soñó siquiera, ni nadie allá arriba lo sueña”. Cincuenta y dos años después de estas palabras, las Antígonas han salido de sus tumbas, no solo soñamos la Ley Nueva sino también la articulamos, sin esperar que nos vengan a buscar.

Gracias a todas las poetas participantes y a las coordinadoras de homenajes, por acoger nuestra convocatoria, por creer en nuestro festival, por el tiempo dedicado a escribir sus propuestas y seleccionar poemas, por preparar sus sesiones de lecturas con tanto esmero. No puedo sentirme más feliz al comprobar su recepción y dedicación.

Gracias a Casa Amèrica Catalunya por su generosidad, sobre todo a Cristina Osorno que siempre se ha mostrado muy entusiasta con nuestro festival. Gracias también a los proyectos de investigación que nos respaldan y, por supuesto, a todas las personas que han sido cómplices y me han acompañado en este viaje que, al parecer, continuará y, tal vez, será un poco más largo de lo que imaginé: Dennis Accardo, Lorena Vilches, Sergi Flores, Ana María Chagra, Patricio Alvarado, Lorena Carrizo, Jessica Rainey, Fernanda Bustamante, Meri Torras, Elena Ritondale, Mayte Cantero, Diego Falconí y Simon Chapman (quien, por cierto, es el diseñador del hermoso narval de nuestro logo).

Llega por fin el momento de la lectura de inauguración titulada “Cuerpo, tierra, campo”. Tenemos a tres talentosas poetas: Daniela Catrielo, Sara Torres y Begoña Ugalde,

En un texto de Angélica Valderrama Cayuman y Patricio Melillanca, se describe a Daniela Catrileo como poeta hija de la diáspora mapuche, ya que sus padres se instalaron desde hace décadas en la “periferia” de Santiago. Sus obras persisten en la memoria (la familiar y la de su pueblo) y en la posibilidad de un feminismo desde el mundo mapuche. Poesía fronteriza, tocada por la migración. Poesía herida. Su apellido es el río detenido, río cortado, pero que ella ha resignificado en Río herido, título precisamente de uno de sus poemarios, publicado en 2016. Su poesía reconstruye relatos y crea nuevas formas de resistencia. Además de escritora es profesora de filosofía y parte de la editorial y colectivo mapuche feminista Rangiñtulewfü. Ha publicado el libro colectivo Niñas con Palillos (2014), ganador del Premio Mustakis, y los libros Río herido (2016) y Guerra florida (2018). Es autora de la obra performática Mari pura warangka küla pataka mari meli: 18.314, una serie de intervenciones con el número de la ley antiterrorista chilena traducida al mapudungun (2018).

Sara Torres es de Gijón. Realiza estudios de doctorado apoyada por una beca de investigación de la Universidad Queen Mary de Londres. Su proyecto doctoral lleva por título: “The Lesbian Text: Fetish, Fantasy and Queer Becomings” [El texto lésbico: fetichismo, fantasía y devenir queer]. Es autora de tres poemarios: La otra genealogía (Madrid: Torremozas), ganador del Premio Nacional de Poesía Gloria Fuertes; de Conjuros y Cantos (Kriller 71, 2016) y de Phantasmagoria (La Bella Varsovia, 2019), el cual aparece vinculado a un proyecto estético en desarrollo junto a la artista Marta Velasco Velasco. En una reseña reciente se describía a Phantasmagoria de la siguiente forma: “Sara Torres profundiza en el estudio de las formas. A través de una tesitura lingüística que navega entre lo lírico, lo prosístico y lo dramatúrgico, logra esbozar una figura fantasmal que es casi un soplo de inexistencia: el retrato de todas las cosas que no son pero que fueron; de las cosas que olvidamos y aquellas otras que se anclan para siempre en nuestra memoria. Hay en la poesía de Sara Torres un profundo interés en lo físico como epicentro de los entornos afectivos”. Así, pues, memoria, materia, afectos, la poesía reimaginándose, expandiendo sus marcos, para darle espacio a la posibilidad.

Begoña Ugalde, poeta chilena, ha publicado los siguientes poemarios: El cielo de los animales (Calle Passy, 2010), La virgen de las Antenas (Cuneta, 2011), Lunares (Pez Espiral, 2016), Poemas sobre mi normalidad (Ril ediciones, 2018) y La Fiesta Vacía (Tege Libros, 2019). También ha incursionado en otros géneros, como la narrativa y la escritura dramática. Dice Alicia Salomone que “en su obra poética destacan los vínculos con poetas antecesoras, especialmente con Silvia Plath, Gabriela Mistral y escritoras chilenas de los años 80 en adelante. Por otra parte, desde una conciencia feminista que deja huellas en la escritura, los vínculos de sororidad, tanto los horizontales (amigas, compañeras) como los verticales (madre, abuela), resultan relevantes, en tanto apoyan el modelado de una subjetividad poética que explora más allá de los mandatos socioculturales heredados y ensaya la construcción de un espacio comunitario que pulsa por su integración. En la poesía de Begoña Ugalde se expone el proceso de construcción de una voz poética anclada en los formatos de la autobiografía y la autoficción personal y colectiva”. Cuerpo, silencio, fragilidad, roturas, conviven con un deseo de reconstitución del yo, pero desde los lazos comunitarios.

Comencemos, pues, y escuchemos sus poemas de viva voz.

 

Tania Pleitez Vela

Casa Amèrica Catalunya, 12 de septiembre de 2019

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